Hola

Empecé este diario cuando me movía entre asociaciones de vendedores de prensa, quiosqueros -yo era uno de ellos- y asociaciones que trataban de unificar ese sector tan atomizado y echado a perder. Cuando la crisis y otras circunstancias municipales me obligaron a cerrar mi negocio, decidí mantener el blog para ir dejando aquí mis impresiones, no solo acerca de aquello, sino del mundo que me rodea.

Siempre hay cosas que decir, siempre hay algo por lo que luchar...

Toque de queda

En el día de ayer, y en vista de que los Indignados se limitaban a sentarse en el suelo y charlar de sus cosas en corro, las tropas Nacionales se han visto obligadas a sacarlos a mamporros y a detener a unos cuantos para no aburrirse. A las cuatro y media de la mañana varios vecinos llamaron a la Policía: -Oigan, frente a mi casa hay quinientos borrachos meando en los portales, vomitando en la calle y armando un alboroto que no dejan dormir. -Lo sentimos, es el botellón, están en su derecho. Además estamos muy ocupados desalojando Sol, allí hay gente subversiva que piensa, y lo que es peor, que está dejando en evidencia a los políticos. 

Quizá se haya instaurado ya el toque de queda y no nos hemos dado cuenta. Varias decenas de personas, según la mayoría de los medios, doscientas según El País, quedaban en Sol después de un largo día de manifestación pacífica sin ningún incidente. Algún delegado del Gobierno no ha podido resistir sus impulsos y ha sido incapaz de esperar a que aquello finalizara por sí mismo, quizá ha pensado que dejar que la gente exprese su opinión pacíficamente no es tolerable; algo había que hacer, que aquello finalizara así era perder el partido sin tocar el balón.  

Es una pena que al final lo hayan estropeado todo, el Gobierno se ha vuelto a retratar actuando con violencia cuando no hacía ninguna falta. Nadie alteraba el orden, nadie hacía ruido, nadie molestaba en una plaza pública por la que pasean habitualmente mucho más que doscientas personas. 

¿Qué es entonces lo que tanto molesta al Gobierno? En Sol y en miles de plazas del país se estaba denunciando que unos políticos corruptos, ladrones y sin escrúpulos están saqueando el Estado; que bajo la palabra crisis se esconde una involución hacia un estado dictatorial, al que tampoco es ajena la izquierda, que trata de responsabilizar al ciudadano de los desmanes del poder y de los que manejan el dinero. 

Hay dieciocho detenidos a los que se va a acusar... ¿De qué? ¿De pasear por una plaza a las cinco de la mañana? ¿De destrozos de material público por golpear con sus cabezas contra las porras de los guardias? ¿De verdad la Justicia va a ser cómplice de todo esto, tan podrida y pringada está?

En Sol se está plantando un germen muy peligroso, el pensamiento, el debate, la opinón, la denuncia de la corrupción política institucionalizada. En Sol se despiertan conciencias y se grita muy alto lo que todos callan, que el emperador va desnudo. 

La chistera de Rajoy

Rato, que perdió el carro de la política y encontró el de forrarse por otros caminos, deja en anécdota al capitán del Costa Concordia y abandona el barco que él mismo encalló en las piedras, como si la cosa no fuera con él. Ahí os lo dejo, ha debido pensar, la culpa es de las piedras que aparecieron de la nada sin poner el intermitente. 

En este país nadie es responsable de nada, es la costumbre, aquí se hunden bancos, se dilapida el dinero público, se lleva a la nación a la bancarrota, y si te he visto no me acuerdo, que se apañe el siguiente que yo no he sido. Rato se irá sin responder ante nadie ni devolver el dinero que ha estado ganando por no hacer nada; o lo que es peor, por hacerlo mal. Y entonces aparece Rajoy, que ni abronca al niño Rato ni le chista siquiera por no haber hecho los deberes, y saca de la chistera siete mil millones de euros para desfacer el entuerto. 

Es curiosa la chistera de Rajoy. Hasta ahora creíamos que de ella solo era capaz de sacar recortes y más y más agujeros para los cinturones plebeyos y obreros de los españoles. El Gran Mariano metía la mano y sacaba una subida de impuestos; volvía a meter la mano y salía una reforma laboral que parecía escrita de puño y letra por Juan Rosell; hacía un tercer intento y le salía un indulto para un par de colegas condenados por malversación de fondos. Ahora, de repente, a Rajoy le sale dinero hasta por las orejas, dinero que viene a nombre de Rato y de Bankia. 

A este paso la monarquía va a durar poco. Vamos camino de convertirnos en república. Bananera.