Hola

Empecé este diario cuando me movía entre asociaciones de vendedores de prensa, quiosqueros -yo era uno de ellos- y asociaciones que trataban de unificar ese sector tan atomizado y echado a perder. Cuando la crisis y otras circunstancias municipales me obligaron a cerrar mi negocio, decidí mantener el blog para ir dejando aquí mis impresiones, no solo acerca de aquello, sino del mundo que me rodea.

Siempre hay cosas que decir, siempre hay algo por lo que luchar...

El gran batacazo


La vida de un quiosquero nunca es aburrida porque cada semana algo nuevo le sorprende. Lo malo es que casi nunca es para bien.

La invención de las revistas "mini", con el mismo contenido que las maxi pero en formato canijo debió salir de algún cerebro enfermo encerrado en un oscuro cuarto de alguna editorial venida a menos. Desde entonces los quiosqueros vendemos el mismo número de revistas pero ganamos mucho menos dinero; las editoras no, porque ellos cobran por publicidad y ahorran papel y espacio y los ingresos por el precio de portada no son los que les dan de comer.

Por si esa rebaja de precio fuera poco, algunas llegan a rebajarse hasta precios irrisorios, como el Muy Interesante, que marca en portada 0,80 €. ¿Nos compensa vender una revista que nos dará un beneficio escasamente de 15 céntimos? ¿Cuántos Muy Interesante mini tenemos que vender para compensar el precio de 2,70 de un ejemplar normal? Pues tres y media, más o menos. Pero seis revistas mini ocupan mucho más espacio en los expositores que dos revistas normales, dan mucho más trabajo a la hora de manejar paquetes y sobre todo, no se venden ni la cuarta parte necesarias para compensar la pérdida de ventas de la revista normal. Si un punto de venta vendía normalmente seis o siete Muy Interesante tamaño estandar, no vende ahora ni por asomo 21 revistas mini, que serían las necesarias para no perder dinero.

Multiplíquese el problema por el número de revistas mini que invaden el mercado -todas las femeninas, algunas de cine, etc.- y las que vendrán, téngase en cuenta que los gastos -alquiler, luz, portes, salarios, impuestos- no disminuyen sino que aumentan cada día, y calcúlese cuánto vamos a tardar en cerrar la mitad de los puntos de venta de este país.

¿Le conviene a las Editoras una disminución tan drástica del número de puntos de venta? Yo creo que no, y que todo esto que están haciendo no es más que un intento desesperado de no ahogarse pensando solo a corto plazo y sin darse cuenta de que a la larga también ellos van a salir perjudicados.

Quizá haya llegado el momento de reorganizar todo esto, de pensar en un sistema que nos permita comer a todos y no solo a unos cuantos. ¿Será necesario llegar al gran batacazo para reaccionar?