Hola

Empecé este diario cuando me movía entre asociaciones de vendedores de prensa, quiosqueros -yo era uno de ellos- y asociaciones que trataban de unificar ese sector tan atomizado y echado a perder. Cuando la crisis y otras circunstancias municipales me obligaron a cerrar mi negocio, decidí mantener el blog para ir dejando aquí mis impresiones, no solo acerca de aquello, sino del mundo que me rodea.

Siempre hay cosas que decir, siempre hay algo por lo que luchar...

Cómo ganar dinero no vendiendo

La supuesta rentabilidad de las promociones dominicales es algo que todavía está por demostrar; al menos en lo relativo a los editores, porque para el vendedor la cosa suele suponer más quebraderos de cabeza y pérdidas que beneficio real. Lo que pasa es que la mayoría de las veces actuamos por inercia y ni siquiera nos planteamos que resulta mucho más barato devolverlo todo que vendérselo al cliente.

Faro de Vigo, diario muy local venido a menos, inicia esta semana una promoción llamada Juego de Desayuno, cuya primera entrega consiste en una taza y un plato de ídem al sorprendente precio de 20 céntimos y el trabajo añadido de recortar el inefable cupón del lomo. A simple vista la cosa no parece complicada hasta que nos vemos en la tesitura de entregar la primera taza y plato al primer cliente de la mañana y nos damos cuenta de que no tiene manos suficientes para llevarlo todo -periódico, plato y taza- y nos pide una bolsa que no nos queda más remedio que regalarle. Si hemos conseguido las bolsas a buen precio nos habrá costado alrededor de los cinco céntimos, uno más que el beneficio de la promoción.

Un domingo nadie viene del supermercado con una bolsa en la que pueda introducir la taza y el plato, así que como mínimo habremos gastado tantas bolsas como promociones hemos vendido; paradójicamente, cuantas más vendamos más dinero estaremos perdiendo. Añadamos a ello los cupones perdidos, los no recortados por las prisas y por tener ocho personas a la vez queriendo que les cobres porque van a misa y llegan tarde -cada cupón que Faro de Vigo le cobra al vendedor al precio de un periódico, equivale al beneficio de treinta promociones-, y al final del día resulta que has perdido unos cuantos euros y el tiempo recortando papelitos que luego tendrás que contar y grapar antes de irte a comer, cosa que harás, con suerte, a las cuatro de la tarde.

Demostrado que al punto de venta le resulta más rentable no vender este tipo de promociones, queda por dilucidar si el editor gana algo con ello o también -lo cual sería tan surrealista como probable- va perdiendo cuartos a manos llenas. Como no sé qué clase de estudios de mercado se hacen -si es que se hace alguno, cosa que dudo seriamente- a la hora de tomar la decisión de poner en la calle algo tan barato y frágil, me resulta imposible saberlo. Y casi prefiero seguir en la ignorancia.

Ante tales despropósitos los vendedores de prensa poco podemos hacer más que lo dicho; sería milagroso que el editor atendiera a razones y se estirara regalándonos una bolsa por cada juego de desayuno o que, Asociación mediante, se fijara un beneficio mínimo que justificara el tiempo y el trabajo de pasarse la mañana tijera en ristre haciendo acopio de justificantes que satisfagan la desconfianza del editor.

O eso o fundamos Vendedores sin Fronteras y trabajamos gratis y por amor al arte.