Hola

Empecé este diario cuando me movía entre asociaciones de vendedores de prensa, quiosqueros -yo era uno de ellos- y asociaciones que trataban de unificar ese sector tan atomizado y echado a perder. Cuando la crisis y otras circunstancias municipales me obligaron a cerrar mi negocio, decidí mantener el blog para ir dejando aquí mis impresiones, no solo acerca de aquello, sino del mundo que me rodea.

Siempre hay cosas que decir, siempre hay algo por lo que luchar...

Dignidad

El pesebrismo de los sindicatos está siendo un hándicap a la hora de plantear una huelga general. Ni a UGT ni a CCOO les queda ya credibilidad entre sus afiliados porque ambas se han convertido, junto a los partidos políticos y demás instituciones públicas, en unos vividores cuya única finalidad es forrarse y vivir a lo grande a ser posible sin pegar palo al agua. 

Da auténtica pena ver a dónde hemos llegado y en qué se ha convertido este país, en el que día sí y día no se descubre un nuevo caso de corrupción; aquí ya no se salva ni Dios, políticos de derechas y de izquierdas, comunidades autónomas, diputaciones, ayuntamientos, y ahora también la Corona. Lo peor ya no es que roben, es que han descubierto que el pueblo vive embobado y ya no se preocupan ni de disimularlo. Los pies de barro de la Justicia, aupada al poder por el propio Ejecutivo, la convierten en un satélite más de toda esta basura institucional. 

La huelga, que es de lo que íbamos a hablar, ha sido convocada con pocas ganas y menos buenas intenciones por unos sindicatos que a base de engañar al trabajador ya no creen ni en sí mismos. No tenían, sin embargo, otra opción; o se convocaba ahora, después de la descarada reforma laboral del PP o perderían toda ocasión de hacerlo. Lo han hecho, por lo tanto, por obligación y quizá jugándose la poca credibiliad que les pudiera quedar. 

Y a pesar de todo, los trabajadores debemos salir a la calle. No por los sindicatos, debemos salir por nosotros mismos, porque es inadmisible que se nos convierta en chivos expiatorios de la crisis, porque ni la hemos provocado ni la tenemos que resolver nosotros. Son los que manejan cifras de muchos ceros desde detrás de la pantalla de un ordenador, los que toman decisiones que cambian la vida de millones de personas, los que se intercambian estampitas de euros, los que juegan con nuestras vidas, son ellos los que nos han llevado a esta situación. ¿Y ahora resulta que para solucionarla tenemos que sacrificarnos los que mientras ellos se forraban, hemos estado ganándonos los garbanzos para poder comer y pagarle el colegio a nuestros hijos? 

No es solo una reforma laboral, es un cambio radical en el sistema; se trata de convertir a los trabajadores en mansos corderitos que sacrificarán sus vidas por la gran empresa. Números sin vida propia y sin derechos, esclavos que a cambio de cama y comida trabajarán veinticuatro horas al día, carne de cañón para el país. Es el fin del obrero como individuo convertido en masa laboral, es la extirpación de todos los derechos que tantas décadas nos ha costado conseguir. La vuelta al siglo XVIII, la pérdida de la dignidad. 

Debemos salir a la calle. A pesar de los sindicatos. 

1 comentario:

Carlos Tresandí dijo...

Qué razón tienes. No es por los sindicatos, que les den. Es por nosotros mismos. Se nos están acabando la balas de la recámara y si no empezamos a disparar las que nos quedan va a ser demasiado tarde. Si no lo es ya... Esperemos que todos los trabajadores sean conscientes de lo que nos estamos jugando. Es nuestra obligación moral salir a la calle a defender lo nuestro, porque sólo nosotros podemos darle un cambio de timón a esta situación .